Año 2002.
Capitulo 4. Trabajos de amor perdidos.
Cary lo recibió cerveza en mano, aspavientosa como era, solo para impresionar; atrás asomaba más sonriente aún su amiguísima Lisa. Cary le dijo pensé que los tres juntos nos íbamos a divertir más, además Lisa también va para allá pronto y ya los dejo conectaditos,
- Te perdono porque esto es una despedida, ¿no dijiste que venias ayer? sabes que no soy nada celosa, trágate la excusa, lo importante es que estas aquí, y terminó la frase con un beso sonado y pegajoso.
Raúl acostumbrado a las sorpresas de Cary, supo desde siempre que la despedida iba a ser desafiantemente caliente y tremolante, y esa sola idea hacia que todo él fuera un reguilete a merced del viento carísimo con la cabeza dando vueltas sobre el eje de su sexo tan arrogante.
Empezaron a tomar, sin prisa; y tragos van y tragos vienen, y prueba y dime que te parece; humos, inciensos, penumbras, sinsentidos, todo envuelto en una música apagada y sinuosa, en una fiesta de instintos, juegos y trampas. Las luces de las velas resaltaban las siluetas que afanosas prodigaban caricias y besaban con calma….
De pronto, no tan pronto, un saludo cual toque de diana.¡namaskar!, y reinó la oscuridad.
Las dos hembras, Raúl lo presiente se han entregado a un ritual de iniciación. Y vengan dos granos de incienso en una lámpara, y aceites en un cofre para frotarse desde los bordes de las uñas hasta el último resquicio de cuerpo, y empiecen a crecer picos, plumas, alas, que alzan el vuelo, y un ruido como de huracán, una sensación de ola gigantesca parece llegar de quién sabe dónde hasta embotarle los sentidos a Raúl que yace expectante.
En éxtasis, alargó una mano y palpó cabellos, ¿de Lisa?. Una caricia torpe descendió hasta el hombro, ¿de Cary?. Y una boca, ¿de Lisa?, llevo su dedo a su garganta, y un muslo, ¿de Cary?, rozó su rodilla, y gemido cual promesa, ¿cuál gime?, y dientes que muerden ¿cuál boca?, Raúl presiente aunque no en su carne, y unos labios empiezan a descender por su pecho y los labios se convierten en seno que salta a su rostro y se aprieta contra la cuenca del ojo que más miraba, parece que quisiera reventar el pezón, y rojos y violetas en la carne del párpado donde Lisa es Cary es Lisa, y lazos aferrando las aves, porque las dos damas se han trasmutado en pavorosas y exóticas aves danzantes y arremolinadas entre ellas plumas encauzan la raíz oscura del macho único hacia una canal hirviente.
Y venga un beso para la sal de las arenas, porque la danza se desborda de los cuerpos, el seno se hace vientre, el vientre se hace espalda, la espalda es redondez, es canal, otra canal, que desciende, golosa, que asalta, desplaza a la canal timorata que apenas roza, ¿Quién es quién se pregunta?, y logra que coincida la punta cabría con el ojo de agua de una de las aves, la raíz se sumerge hasta un fondo erizado de humores vivaces, y las plumas se tersan al máximo, parece, y la lengua de un pico fiero murmura entre el nacimiento de la raíz y el ojo de agua, también parece, y una cadera próxima, llega hasta el sitio más recóndito, a dejar la impronta de liebre, y lengua que se hunde, y dientes que roen, y piernas se entrelazan en brazos, y una mordida con suavidad de beso, y sentidos diluyéndose en el culto de los sentidos, en el rezo a las tres caras de un mismo dios, y la hembra golosa proclama que se acerca a la cima de su cima, que ya casi, pero no estalla, escurre el ojo de agua, ¿se le ha escapado la raíz?, ¿la lengua de pico fiero fue la culpable?, boca para otra boca, canal para otra canal, hembras abrazadas a él, disputándoselo, compartiéndoselo, compartiéndose. Raúl embriagado en su arrogancia de hombre codiciado atrapado en sus propias sensaciones y emociones se entrega aún con más fuerza a este frenesí sin importarle el precio ni el pedazo de su alma que ha puesto en juego. ¿Qué sientes Raúl?, ¿qué piensas?¡Di!
Y la punta cabría se lanza con desespero a disputar un ojo de agua cualquiera, no importa cuál, y da con picos enfurecidos, y la raíz oscura deja que en la noche de luces altas, su fruta se engendre en dos bocas, sea paladeada por dos lenguas, y no lo evita, que la raíz estalle en zumo, y un manantial de savia salta, y un pico desea solo para él la savia del mangle colorado, parece, y plumas se sublevan contra plumas, canal contra canal, hembras en espejo, feroces, y el deseo persiste en la punta cabría.
Ahora, ahora o nunca se dice, tienes que sumergir la raíz en algún ojo de agua, el más próximo, este mismo, y qué angosto el camino, y en el fondo un mismo hervor distinto, y las hembras aplauden con sus alas erguidas ¿en son de paz?, ¿de guerra? con delicadeza, con saña, quizás ternura del instinto o furor, y delante aparece la canal que primero supo de tu raíz oscura, canal que vibra sin alivio, sí, que venga hasta tu lengua quizás áspera, quizás ácida, y la canal vaporosa se abre ante tu rostro, y le colocas la impronta de liebre en el sitio que más reverbera, y ocurre una sacudida atronadora, y no entre tus labios, ha estallado la canal angosta, lo sabe tu raíz, y qué estremecimiento en las danzantes, solo la arena permanece impávida, y la punta cabría se escapa con lentitud, para no ir lejos, un pico la bebe, parece, y la conduce, parece, y la coloca en la canal que quemaba tu lengua, y el camino es el mismo, el fuego es nuevo, y la punta cabría se abre paso en el ojo de agua ancho, borboteante, que empieza a estallar lento y rotundo y leve y recio, y nuevo estremecimiento, y la punta más cabría que al principio, se desliza fuera de la canal, no, la canal ha hecho que se deslice, y silencio, silencio de hembras ovilladas, fetales, hijas de sí mismas, con los rostros coincidiendo en tu pecho, con alas quietas, con picos sosegados, con canales y ojos de agua que trozan apenas el instante, en seguida comienzan a recomponer sus plumas, se sacuden la arena, y tú acaricias un torso que fuga, unos brazos que encadenan, ¿y esta paz de los cuerpos?, ¿es extravío?, ¿qué es?
¡Estas molido!, piensa Raúl agotado y satisfecho en su instinto más animal.
Cary & Lisa, se sonríen, cómplices y suspiran al unísono quizás añorando al mangle rojo que ya no es mas que cola de perro asustado.
Raúl y estos trabajos ¿de amor? ¿perdidos? ¿para siempre?, y en su cara asoma una sensación de vacío sin remedio, pero el aún no lo sabe. (continuará)