domingo, 30 de noviembre de 2008

Desde Mallorca, un poema muy a próposito

A mi gente

Yo era como ustedes,
reía y caminaba como ustedes,
me pintaba las uñas y pedía
botella en las esquinas.

Creía ciegamente
que nuestro vino amargo,
nuestra caña de azúcar,
los habanos
(que aunque no soportaba por su olor
siempre sacaba en cajas clandestinas)
eran lo más sublime de esta tierra.

Me sabía el manual del buen cubano:
que si las playas, que si los paisajes,
que no había verdor como el de Cuba
ni arenas como las de Varadero,
y por supuesto estaba convencida
de que mi educación era la máxima
y que no había médicos competentes
ni hospitales tan buenos
como los de mi Cuba.

Con ese presupuesto,
sintiéndome orgullosa y millonaria
me alejé de mi centro
a una distancia donde no veía
el Malecón, el Morro, el Capitolio,
todo el anecdotario nacional,
ese muro invisible que no deja
mirar al horizonte.

Desde aquella distancia
Cuba era un punto minúsculo en el mapa,
una noticia al mes,
unas ofertas
de hotel con desayuno
y caras de mulatas sonrientes
bajo los cocoteros.

Tengo que confesar que me dolía
renunciar a mi esencia, a esos esquemas
que, poco a poco, fueron pareciendo
ingenuos, desfasados, fantasmales,
lejanos en el tiempo
y acaso ensoñaciones.

¿Qué hacer con mis nostalgias de boleros
y actos de patriotismo?
¿Cómo circunscribir tanta entropía
a un medio frío y austero?

La indigestión duró casi un quinquenio
en el que cometí varios dislates:
me aficioné a la música local
y puse en un altar a Silvio y Pablo
junto a David Calzado y los Van Van.

Con gusto sospechoso
creyendo que al hacerlo me llevaba
un pedazo de isla
adquirí souvenires de la feria:
(negritas con tabacos, tumbadoras,
maracas y bohíos con palmeras)
y decoré mi casa con aquellos
sucedáneos de arte nacional.

Me empeñé en cocinar arroz, frijoles
y esos tamales que nunca cuajaron.
Mi casa fue embajada y yo activista
de aquel estereotipo de supuesta
cubanía.

Pero nada es eterno como dicen
y a mí me fue picando poco a poco
el bicho venenoso de la duda.
Y comenzaron las comparaciones
en las que, hay que decirlo,
mi pequeña isla amada
quedaba en evidencia
o al menos en incómodo silencio.

Quizás fueron el tiempo y la distancia
que todo lo destruyen,
quizás fue poco a poco darme cuenta
de que sin mi moneda y mis regalos
mi familia apenas sobrevivía.
De que las teorías leninistas
no daban de comer, y para colmo
estaban desfasadas.

Y por más que quería conservar
esa idea romántica del pueblo
generoso y desinteresado,
solidario e internacionalista
los hechos se imponían dolorosos:
50 cuc de entrada al aeropuerto,
la cordial bienvenida,
el precio del soborno por dejarme
pasar mis baratijas,
pedacitos de amor empaquetados
con olor a jabón capitalista.
Media familia aquí y la otra parte
desparramada por la geografía.
Pero, ¿quién necesita de familia
si hay dignidad, salud y educación?

El mejor país del mundo reniega de sus hijos,
ese país que un día fue real
ahora vive de recuerdos y esperanzas,
subsiste de remesa familiar,
de ese dinero malo
que gano con sudor y con tristeza.

Si la doble moral alimentara
no haría falta luchar contra el bloqueo,
no harían falta inyecciones de dinero
sucio y capitalista.

de Ivis Acosta Ferrer en sus Poemas del Desarraigo

7 comentarios:

Pipo Ruy dijo...

enorme poema... Gracias amiga!

Lena dijo...

Increible poesia. Tan real y triste...

Saludos,
Lena

lola dijo...

El poema me recordó la experiencia de mis dos sobrinas, ellas vinieron traídas por sus padres, pero sólo conocían el sociolismo, tenían 14 y 15 años, al principio le hacían ascos a todo lo de aquí, más de una vez me hicieron algún pequeño agravio, pero ellas solitas despertaron del sueño (más bien creo que pesadilla) y aprendieron a pensar y a comparar.
Saludos!

GaviotaZalas dijo...

nos pasa a todos, llegamos creyéndonos de ser Los portadores de la Verdad Absoluta,,, y luego poco a poco,,,, saluti

Ivis dijo...

Mede, vuelvo de Cuba y me encuentro con esta sorpresa. Gracias, amiga, por tu gesto tan lindo.
Ese poema lo escribí ya hace tres años, precisamente estando en Cuba.
Qué triste, ¿verdad? Recuerdo que días más tarde fui invitada a leer en la Feria del Libro y me habría gustado leerlo, pero no quise poner en un compromiso a quien me invitó a participar.
Como dice un amigo poeta, aquí se me fue la poesía, es más bien una catarsis, (pero qué catarsis).
Mil gracias de nuevo y feliz año 2009 para tí y tu obra.

Anónimo dijo...

Es increible la inmensa realidad de este poema. Me siento como me senti despues de un ano fuera de Cuba. Espero no te moleste pero me tome el atrevimiento de post este poema en mi blog, pues creo que es genial. Gracias por vicitar mi espacio democratico y seguirlo.

Yo soy Medea dijo...

Carlos, ese poema no es mio, sino de Ivis, el enlace a su blog lo puedes encontrar al final del poema. El poema recoge una amarga verdad que nos sucede a casi todos los que hemos tenido que emigrar. Gracias por tus palabras.