domingo, 18 de enero de 2009

La Medea de Estorino. Otra visión.


OFICIO DE LA CRÍTICA
La Medea de Estorino

Osvaldo Cano

El regreso de Abelardo Estorino al terreno del mito se verificó con el estreno de Medea sueña Corinto. Con este texto el prominente dramaturgo y director se adentra en la psiquis y las motivaciones que inspiraron los actos de la heroína clásica, al tiempo que le imprime un matiz contemporáneo al relato. La primera actriz Adria Santana echa sobre sus hombros la responsabilidad de encarnar a Medea en un intenso monólogo que resulta la más reciente oferta de la Compañía Hubert de Blanck.
La historia de la hechicera bárbara que ha trascendido como la cruel asesina de sus hijos es retomada por Estorino a quien no le interesa centrarse en el filicidio. El personaje fabulado por el autor cubano se autodefine como una mujer del sur decidida a escapar del sitio al que pertenece, aun cuando para ello deba traicionar a los suyos. Deslumbrada por las riquezas del norte, manipulada por el hombre a quien ama, despreciada por sus iguales a causa de su traición y nunca aceptada por aquellos a quienes ayudó incondicionalmente debido a su estirpe extranjera, esta Medea resulta tanto una víctima como una criatura firmemente anclada en la realidad de hoy.
Entre los aspectos que distinguen al monólogo se cuenta el juego intertextual travieso e irónico que entabla el dramaturgo con Eurípides, Séneca, Anouill o Corneille. Otro elemento de interés lo constituye el diálogo que con estos autores sostiene el personaje quien se rebela en contra de su naturaleza ficcional, cuestiona a sus hacedores y enfatiza su interés por llevar una vida propia, ajena a lo pautado. Depurado empleo del idioma, fluidez, ritmo intenso, descripciones conmovedoras, son otros de los aciertos de Estorino a la hora de hilvanar un monólogo que tiene mucho que decirle al espectador de estos tiempos.
Como es habitual, el autor de Morir del cuento se encarga de llevar el texto a la escena. La puesta es sencilla y franca, sin artificios innecesarios, con una economía de medios aleccionadora. El interés del director se centra en poner en claro cuáles son las motivaciones más hondas de esta singular mujer. Razón por la que se concentra en el trabajo con una actriz de lujo a quien conoce de sobra, pues juntos han protagonizado varios de los buenos momentos de la escena cubana contemporánea.
Un ámbito escénico despojado en el cual sobresale un estrado, junto a algunos elementos trabajados con un deliberado aire de rusticidad nos ubican en un punto determinado de la geografía: el tercer mundo. Tanto el decorado como el vestuario de Eduardo Arrocha apelan a los colores severos, e incluso terrosos, en aras de ofrecernos una imagen raigal del cosmos en el que se verifican los acontecimientos. La música de Juan Piñera crea, a partir del ritmo de los tambores, una atmósfera entre actual y salvaje. A esto le adicionó el sonido del viento, impetuoso y feroz, cuya hostil e impalpable presencia gravita cual acechante amenaza. Carlos Repilado concibe un diseño de luces que sobresale por su proclividad a los climas cálidos e intensos que refuerzan el dramatismo del relato.
Adria Santana se desdobla en Medea con la facilidad que asiste a las grandes actrices. Su trabajo es depurado y de una vitalidad que no flaquea ni por un instante durante la poco más de una hora de representación. Momentos especialmente conmovedores como lo es la descripción de la muerte de la hija de Creonte le permiten conseguir verdaderas cimas dentro de una propuesta que se asienta precisamente en su talento. La intérprete –caracterizada con la peluca diseñada por Rudolf Ramírez– nos acerca la imagen de una Medea mestiza, concediéndole así otra dimensión al conflicto y aportando nuevas lecturas. La excelente faena desplegada con la voz, la respiración, la gestualidad, la máscara facial o las manos, junto a las chispeantes salidas que rompen sistemáticamente con lo serio a partir de lo cómico, devienen piedra de ángulo de su labor.
Estorino se apropia del mito con la libertad típica de los grandes autores. Como los clásicos se sirve de él para hurgar en los dilemas que acosan al presente. Medea sueña Corinto es una obra con vocación de actualidad y espíritu universal. Esos son dos de sus mejores méritos. Con este montaje Estorino da nuevamente muestras de ese vigor y longevidad creativa que ha signado su quehacer. Coherente y escrutador este espectáculo resultó un punto de mucho interés en nuestra cartelera teatral.

(Cortesía del autor). Publicado en http://www.tablasalarcos.cult.cu/tablas/oficiocritica.htm

No hay comentarios: