viernes, 13 de febrero de 2009

Fina García Marruz en la Feria del Libro de La Habana

La lectura es como un sexto sentido.
Extracto del discurso pronunciado ayer por Fina García Marruz:


Decía el maestro Alfonso Reyes, con su habitual sonrisa y elegancia, "Prefiero repetirme a citarme". Hoy me permito disentir en algo de su sabio consejo, ya que repetir me parece más propio de la Academia que acudir a la cita: frescura de lo que se pensó por primera vez.

"¿Qué ha sido para mí la lectura?"

La lectura es como un sexto sentido. Si el hombre no hubiera inventado esos signos, se hubiera perdido la memoria cabal del pasado, su ciencia reciente, toda su poesía. La civilización retrocedería siglos. ¿Qué debemos a la lectura? El hombre no puede calcularlo. Desde que abre los ojos al mundo, el saber por ella proporcionado permite el desenvolvimiento feliz del parto. Nuestros puentes serían más frágiles, nuestros techos más embestidos por los vientos. Leer nos comunica con el mundo. La simple lectura matinal del periódico niega la soledad. Enseña que nuestros problemas no son solo los nuestros, que estamos ante un contexto mayor que nos modifica y afecta. Leer no es solo aprender a conocer, es sobre todo compartir.

Don Francisco de Quevedo, estando en la cárcel, "con pocos, pero doctos libros juntos" no se sentía ya aislado. "Vivo en conversación con los difuntos, y escucho con los ojos a los muertos". Si leer es "escuchar con los ojos" a los que no están presentes, es entonces escucharlos como vivos que nos hacen más vivos a nosotros. La costumbre de "los lectores de tabaquería" del siglo pasado, hizo de estos obreros los más cultos, los más aptos para recibir la prédica de libertad de Martí. Pero escuchar requiere silencio, campaña contra el ruido innecesario, para de veras oír este diálogo, entre presentes y ausentes: "los músicos, callados contrapuntos", de que hablara Don Francisco.

Es más fácil definir lo que representa la lectura en general, que lo que es para cada uno. Hay un pasaje muy triste del Quijote y es cuando el ama y la sobrina deciden —sin duda pensando que le hacían un bien— quemarle todos sus libros, pues los creían culpables de su locura. Cervantes nos dice: "el caballero palpaba las paredes, y "no decía palabra".

No ve los estantes vacíos, palpa, como un ciego, y enmudece. Porque lo que le habían quitado no era solo el mundo de la imaginación, sino todo lo que no podía verse con los ojos y que él necesitaba para SER.

Hay los lectores que leen para aprender algo y los que leen como aliento de la vida misma.

A San Agustín, después de recorrer todas las filosofías de su tiempo, alguien, —¿un enviado?— le dijo: "Toma, lee", y así fue que halló los Evangelios, lo que decidió el destino de su vida.

Acaso fue Darío el primero que advirtió, cuando se hacían Odas a la invención de la vacuna o a la invención de la imprenta, que "en el Principio fue la palabra", que era un signo "que lo comprendía todo por virtud demiúrgica, pero aquellos que la usan mal serán culpables si no saben manejar esos peligrosos y delicados medios". No de otro modo cuando se nos repite "no te digo cree, sino lee", quiere también decírsenos que no se crea en todo lo que se lee.

¿Qué es aprender a leer, si después no leemos? Se necesita no solo crear el hábito de la lectura, sino tiempo y condiciones para ejercerlo. Lo principal —considero— no está en enseñar que el niño, el joven, "deben" leer, hay que presentarle el libro como se presenta a un amigo o a una encantadora muchacha, que aviven en él constantes deseos de compañía. Si se logra que el niño, o el joven, no asocie la lectura a un penoso deber sino a un maravilloso descubrimiento, ya todo estará ganado. Leerá, por su propio gusto, toda la vida. Cuando Martí decía "Aprender a leer es aprender a andar", no se refería a dar el primer paso sino a seguirlos dando. Leer es seguir leyendo. Andar es seguir andando. La noble campaña de la lectura alcanzará su más preciado fin cuando no necesite ser una campaña. Sigue leyendo hasta que encuentres la fuente misma de tu necesidad de leer.

Solo me resta dedicar este día a la memoria de mi padre, que nos inculcó la pasión por la lectura. Y quiso que estuvieran en mi casa desde el Quijote ilustrado por Doré hasta un libro tan formador como Corazón, de Edmundo de Amicis, el primero que nos leyó nuestra madre, cuando aún no sabíamos leer. Pero sobre todo el poemario Canción de Juan Ramón Jiménez que nos regaló mi padre a mi hermana y a mí, en las Navidades del 36, que fue el vínculo común gracias al cual conocí a Cintio.

martes, 10 de febrero de 2009

La historia de Cecilia Solás(73). Una blogonovela cubana.

Hasta que descubra una manera mejor, les dejo esta nueva onda... la novela contada por mi. Es cierto que el audio no está muy bueno, pero me gusta hacerlo. Es divertido. favor, por favor y disculpen la tautología, dejenme escuchar sus opiniones... el final no está bien cerrado... pero bueno, es la primera vez....

Para escucharla, pincha aqui .!Que la disfruten!


Ay! !ke felisida como me guta avlar epañor!!!!

... suéltame un baro que está muy caro
préstame un caña que no hay maraña
Tremenda jama botó la dama
Tremendo hielo me dio Consuelo
("Como me gusta hablar español", de Pedro Luis Ferrer. Pinchar en el título del post.. para oir la canción.

domingo, 1 de febrero de 2009

Enema ó La libertad de pensar.




La historia:
Antonio (Axiel Texidó) , Un joven cura de los años 1700’s en una minúscula aldea del “Viejo Mundo” enamorado de Dolores (Marcia Stadler) - la muchacha que atiende la comida y limpieza - escribe versos y obras de teatro para ser representadas dentro de 300 años – cuando el mundo sea distinto -se deja llevar por el desenfreno del amor y tanto es así que llega a los oídos de la curia – avisado por la infeliz muchacha que teme que su “padrecito” se haya vuelto loco con sus odas irreverentes al culo y a las curvas. Cuatro represores (Christian Ocón, Carlos Bueno, Ivette Kellems y Nirma Necuze) que encarnan la justicia divina se presentan en la casa de Antonio. Acorralado por estos representantes del “poder divino de Dios” es obligado a “confesar sus extravíos” y condenado a serle extirpada “la glándula de la libertad”. Los enviados devenidos represores, devenidos inquisidores, devenidos madrugadores monstruos de la razón se convierten en expertos cirujanos que trastean en el cerebro de Antonio hasta dejarlo mutilado en cuerpo y alma. Dolores lo convence de huir al “Nuevo Mundo” que se presenta cual Paraíso recobrado, pero ya es tarde….Antonio ya ha dejado de ser quien era para convertirse en un ser anodino, titubeante, sin ansias que pregunta letánico “¿qué es la libertad?”

La puesta:
Con un vestuario depurado hasta el último detalle que evoca los años 1700’s, el elenco se confabula para recrearnos la historia. Ademanes de época, rebuscados movimientos, gestos intencionados y toda una regalía de detalles sutiles van de la mano con una impecable dicción, movimientos escénicos amplios y bien equilibrados. La música creada para esta pieza ayuda a decir y dice. El escenario con lo imprescindible para recrear el ambiente y con solo los más necesarios utensilios y accesorios: una copa repujada, un crucifijo, la fuente donde se sirve la cena, la silla repujada, el mantel, el Cristo que (hecho en tiza) al fondo del escenario, impresiona. Lo exacto. En fin una composición visual que agradecen los sentidos.

El texto:
Casi una hora y 15 minutos de una obra donde la palabra es Rey al mejor estilo del “Arte nuevo de hacer comedias”, Ernesto no perdona ni un segundo para entregarnos mayormente en verso, acudiendo a ratos al humor negro, la juglaresca, la farsa y la comedia, un texto donde cada párrafo ha sido bien pensado, hilvanado, cincelado y puesto en el lugar con esmero de orfebre. Dos momentos de la obra donde más – a mi juicio - se disfruta del ingenio y la argucia creadora del autor están dados en el dúo de Dorcomia y Merdufo (AnniaMary Martinez y Leandro Peraza) con su prueba de amor precisa al culo y al ano, y en la secuencia dónde los “enviados de Dios” le trepanan el cráneo a Antonio para extirparle “la glándula de la libertad ( centro de todo mal)” . La “Danza de Los Falos” que es el punto final de este episodio es un derroche de buen gusto, y picaresca con un toque freudiano.

Una vez más:

Otra vez TEMS nos entrega un pedazo de historia en varios sentidos: historia bien contada e Historia con mayúsculas en cuanto a la contribución a un teatro hispano – sin nacionalidad definida – en Miami, y ¿por qué no?, en los Estados Unidos. Una vez más Ernesto nos presenta una oportunidad para “Think Outside the box” – como bien apunta en el Programa de Mano. “El poder le teme al pensamiento…”, asevera Ernesto y con razón. Ejemplos sobran, y no solo en los lejanos ya 1700’s. Otra vez más, Ernesto nos cuenta de su obsesión con el tema del poder – no al estilo de “Sangre” donde “la palabra es ley” (sic); sino en un poder más absorbente por sutil, e implacable por manipulador. Un poder que está contenido en todo dogma que persigue convertirse en fe. En la única “Fe”. En el único camino posible. Y es por estos ruedos que llegamos a la idea que subyace detrás de este texto. Y yo me pregunto – ¿es qué existen verdades inconmovibles que no necesitan respuestas?, ¿es el ejercicio de pensar el pensamiento la vía para siempre seguir buscando? La vida es una sola, las respuestas perecederas, las preguntas eternas. ¿Qué es la Libertad?, es una pregunta eterna, que nunca tendrá respuesta a no ser que comprendamos de una vez y por todas que en cuanto pensemos “fuera de la caja” no nos queda otro remedio que inmediatamente desde dentro de la nueva caja arremeter contra ella para poder seguir pensando “out of the box”. La libertad es entonces un romper esquemas una y otra vez e ir descubriendo verdades, quizás circunstanciales hasta que rompamos las cajas, todas – o sea – la vida.

Otro post en El Parque Trillo