Mi prima Gladys
Quizás ella no lo sepa, o se entere si lee este post, pero mi prima Gladys Pandiello sin saberlo me dio uno de esos nudos al que me he podido agarrar de esta soga que es la vida.
Hace algunos años y después que nos vimos de nuevo aquí en USA, me contó que me recordaba de niña muy niña yo cuando íbamos a bañarnos a la playa de Puerto Esperanza (la mejor playa del mundo, sin arenas pero con un esplendoroso muelle que siempre me pareció una invitación a viajar hacia el infinito) dice ella que al enfrentarme al mar para entrar en el agua yo siempre decía “ yo solita, yo solita…”, claro decía más cosas seguramente pero esa es la que me caló hondo. No se porque pienso que cuando repetia esa frase estaba muertecita de miedo de entrar al agua.
Siempre tuve miedo a estar sola y a sentirme sola, en otras palabras durante muchos años de mi vida viví con miedo… y es que no hay nada más patético que sentirse infinitamente sola rodeada de un mar de gentes. Me sentía sola, abrumada y sin esperanzas.
Pero esa historia de Gladys cambió mi vida . Ahora cuando siento miedo me repito a mi misma " Yo solita, yo solita lo voy a vencer". Y me ayuda.
Claro, hoy ya no soy tan miedosa, o mejor dicho, se comprender mis miedos y hasta dominarlos. Si me apena y me da tristeza ser víctima de mezquindades, de abusos y de mentiras. Quizás todavía sienta miedo de ser maltratada, burlada, malquerida. Pero hasta eso ya me resbala. O como dicen que dijo “Nietzsche…” todo lo que no te mata, te da fortaleza”.
Mi prima Gladys y yo estamos unidas por el apellido Pandiello, esa sangre afincada en mi ser me ha permitido igual que a ella, a mi abuela Cuca, mi tia Fifa, mis primos Pandiellos sobreponernos a muchas adversidades, la más grande quiza habernos tenido que ir de nuestra patria, como hicieron nuestro abuelos asturianos por otras circunstancias, pero igual deben haber sufrido. Y me siento orgullosa de esa herencia.
Gracias querida prima por abrirle esa ventana a mi inconsciente y por tener la maravillosa sensibilidad (muy a lo Pandiello) de haber recordado esa minúscula historia y tener aún más delicadeza espiritual de contármela. Posiblemente en el fondo de tu corazón adivinabas que me iba a calar hondo.
Foto: del muelle de Puerto Esperanza, mirando a tierra. Foto tomada por mi padre en 1962.