Junio 2002.
Capitulo 13.
… Sé que algún día
se alzarán de nuevo
las yemas recién nacidas
de mi rojo corazón,
entonces, quizás,
oirás mi voz enceguecedora
como el canto de las sirenas;
te darás cuenta
de la soledad;
juntarás mi arcilla,
el lodo que te ofrecí,
entonces tal vez sabrás
cómo pesa el amor
endurecido….
Del poema “Como Pesa el Amor”
de Gioconda Belli en la
Antologia "Truenos y arcoiris"
(1979-1982)
Lo miró con ojos de gato. Los gatos todos tienen un mirar fascinante, - no en balde en algunas culturas se considera un animal sagrado -nunca se sabe si están asombrados o adormecidos. Sara ya no sabría que decir. Cualquier cosa provocaba un efecto dominó avasallante.
No es fácil vivir al lado de alguien que se empeña en castigar y dar lecciones de ejemplaridad. Si al menos se le hubieran ocurrido dar lecciones de espiritualidad, todo sin dudas hubiera sido más divertido. Pero no. Eso era demasiado pedir. Había que lastimar de cualquier manera. O quizás peor: tenia que ser así. Como dice el tango.
- Pero a ver… ¿Por qué hacer de un plato de comida todo un suceso a tomar en cuenta?, ¿Es que no había nada mejor para sacar en cara?, ¿es que acaso el refrigerador y la despensa no están atiborrados de cajas, latas, cosas congeladas y hasta frias?, no, no es eso, es que hay que machacar, tirar piedras, herir de cualquier manera. ¿es eso? … quizás tantos años de hambruna sostenida convierten a las personas en unos muertos de hambre sin remedio… completos y cabales hasta las últimas consecuencias .... ¿será eso?, ¡vaya usted a saber…!
Sara no abrió la boca. Aunque la pregunta le latía en las sienes. Esas sienes tan parecidas a los tambores de Bejucal en época de parranda, pero igual se quedó callada. No tenia fuerzas para esa tonta discusión, y además no hacía sentido.
Se acordó de su padre. Siempre la había entendido, aunque con discrepancias irreconciliables. Eso no importaba ya a estas alturas. Le hubiera gustado sentarse a conversar con él y ver si la ayudaba a desenredar el plato de sphagueties que tenia en su cabezota revuelta. Pero no, él se podría en un asilo y ni ella ni nadie podían hacer algo por evitarlo. Le partía el alma ya de por si arañada y llena de zurcidos ir a verlo todos los sábados, alma de boxeadora. Es muy triste asistir cada semana al espectáculo de ver como un ser querido se apaga y se apaga … duele tan adentro que a veces no se siente… es como morirse un poco cada vez mirando el morir ajeno.
A cada rato recordaba el día que su padre le había dicho: “ ay, mi’ja, ¿será capaz ese hombre de hacerte feliz?, y como para rematar había recalcado, “ …es que lo dudo … le falta algo… no es completo”. Su teoría - muy sencilla y digna de tomarse en cuenta como filosofía de vida - postula que el hombre que no tenga ganas de singarse y resingarse a su mujer todos los días de su vida no podría jamás hacerla feliz. Como el viejo era de ampanga con anja Sara no le hizo mucho caso, más bien le pareció en aquel momento una oscura manera de sentir celos por el yerno. Por eso hubiera dado hoy lo que no tenia por poder retomar aquella conversación cortada bruscamente con un “!Ay papi, estás totalmente equivocado!”, en una noche veraniega en un portal marianense con apagón andando.
Los pensamientos la llevaron lejos, atravesó en un santiamén el estrecho de la Florida, y se vio de pronto muy sentada en el quicio de la entrada de su casa, esperando con ansiedad creciente a que volviera la luz, sintió el calor del verano de la Ciudad del Mar, el vaho denso en la atmósfera y hasta el humo del cigarro que su padre, empedernidamente fumaba hasta bien entrada la noche. Y se dolió en su corazón, en la cólera del amor, del sacrificio de su vida. !Ay Martí! ¿qué haces aqui metido en este conflicto?
Aun frente a la computadora no se percató que Hernán permanecía a sus espaldas como esperando respuesta … pero ella tan totalmente descentrada y desconcentrada; por una parte el mensaje de José Pablo, por la otra el recuerdo agobiante de las palabras del padre que comenzaban a cobrar vida y por fin la realidad circundante y circunstancial de Hernán y su toalla aun enredada al cuello. Nunca le había dicho que esa toalla era para ella todo un símbolo y que le rejodia en los mismísimos ovarios verlo con ese talante de homeless sin remedio. ¿Se lo dices ahora?, dale Sara atrévete.
- ¡Linda bufanda!, - y una sonrisa entre irónica y traviesa se desdibujó en su rostro ajado y agobiado.
- Déjate de chistes sin gracia, Sara… me duele la garganta.
- Pues toma medicinas, a ver … ¿quieres que te busque algo?
- ¿Qué puedo tomar?
- No se … te preparo un cocimiento, o quizás unas gárgaras, déjame verte la garganta……
Era la otra, una de las tantas Sara, la médico arrepentida o la madre infinita con capacidad ilimitada para curar o al menos mejorar a cualquiera que le pasara por delante con cualquier malencia. Sara siempre se consideraba obligada en esas circunstancias. Olvidó por un momento el cansancio y las tribulaciones mentales y trató que Hernán se sintiera aliviado.
- ¡Pues si que tienes la garganta roja! … mira … espera … te voy a preparar unas gárgaras que te van a aliviar y darte unas pastillas y si mañana no mejoras pues tendrás que ir a ver al doctor.
Hernán le sonrió con cara de cansancio y sin mucho entusiasmo le dio las gracias.
- ¿No vienes?, ¿ no te vas a acostar ya? - un dejo de dulzura asomaba en sus palabras, algo asi como un agradecimiento tibio.
- No Hernán quiero contestar un mensaje.
- ¿No puedes dejarlo para mañana?
- No. Prefiero hacerlo ahora.
- Es del pintorcito ese, ¿verdad?
- Ese pintorcito tiene su nombre y se llama José Pablo …. no seas despectivo, no puedo creer que estés celoso de él.
- No, claro que no, como voy a celarme yo de un mequetrefe como ese. (continuará)
8 comentarios:
Los viejos son a veces "de ampanga con anjá",pero otras tienen razón...
Saludos desde Berlín!
(Bingo con los links! a mí me costaron un trabajo en el Almendrón!!)
Celoso yo?
Bahhh!
Del mequetrefe ese?
Bahhh!
Eso estuvo bueno Medea.
Ya te he dicho que esto está demasiado real?
Saludos,
Al Godar
Medea: me encanta la bufanda de Hernan. Puedo hasta imaginarlo. Mi padre solia ponerse una (toalla) en la cabeza, taparse los ojos y permanecer horizontal por horas. Por entonces tenia yo unos doce agnos. Que estaria pasando entre ellos? Obviamente el tipo tenia complejo de avestruz. Hernan se hace el muerto para ver el entierro. Y manipular, y manipular, hasta el infinito. Espabilate Sara, que te me vas a quedar!
Mede, a veces pienso que a los padres se quieren con un cari�o irreconciliable.
Un abrazo, tony.
medea, he descubierto un poco tardío tus escritos pero ya veo que debo pasar por aquí más a menudo. en esta noche que leo, en esta soledad de mi oficina, suenan muy interesantes.
Como es eso que nos decian en la escuela, "mas sabe el diablo por viejo que por diablo"... y si sera asi, quizas no siempre pero muchas veces...
saludos,
¿la soga está a punto de partirse? yo creo que Sara ya no va a aguantar mucho más.
Medea, con los padres las diferencias son dispares como el azucar y la sal, no irreconciliables como el aceite y el vinagre. Creo que ese es tu caso.
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