Capitulo 10.
Mayo 2002. PhotoSho(p)ck.
Sara estaba muy cansada. Hernán no dejaba de tirarle pullas, ponerle mala cara, hacerle la vida un trapo, es decir, hacerla sentir muy incomoda y culpable. ¿De qué?, vaya usted a saber, hay gentes que ni saben vivir ni dejan vivir a los demás. Así la vida lentamente se va convirtiendo en un acoso. Cada acto se paraliza de solo pensar cual puede ser la reacción, el gesto, el rictus.
Cualquier observador pudiera pensar que hacia rato que alguien en este dúo debía haber dicho “ya”, “ hasta aquí” hace rato. Pero esta pareja continuaba conviviendo y el mundo exterior la tenia evaluada como un matrimonio feliz, exitoso, pleno, triunfador y lleno de maravillosas oportunidades, A veces lo esencial es invisible a los ojos.
Sara agotada, se sentía cual ratoncito acorralado por un gato feroz y antojadizo. Tanto mareo mental, el exceso de trabajo y la rutina diaria, la mantenían en un letargo del que le era difícil sobreponerse. Su vida más vacía que la de Marion Post cuando comenzó a escuchar a través de las paredes a la aspirante a suicida, aquel personaje de la película de Woody Allen que tanto la había impactado hace años.
Dios, ¿qué le pasa a este hombre?, ¿por qué no me deja en paz?, ¡que ganas de mortificarme!, ¡que autosuficiencia! ... ¿de qué estará orgulloso? Es cierto que este es el país de las oportunidades. Mira, aquí he tenido la oportunidad de darme cuenta lo imbecil que es Hernán. Imbecil, que palabra tan torpe. ¿Cómo no me había dado cuenta antes?, ¿Será que él ha cambiado o la que he cambiado soy yo?. Da igual. Me ronca en los ovarios su actitud para conmigo. ¿tendrá otra?, no, si ni sale de la casa… ni vive ni deja vivir, eso es. Tampoco es que esté amargado.. ¿qué rayos es pues?
Esperaba la hora en que todos se acostaban, la hora de mi alter ego, le llamaba y se sentaba entonces delante de la computadora, habiendo cumplido ya sus labores domésticas. El tiempito que le quedaba y le robaba al sueño, lo empleaba en responder sus correos personales y muy en especial en leer y responderle a Pablito. Una especie de adicción que admitía in crescendo.
Después que Pablito le escribía se sentía inexplicablemente feliz. Siempre lo había querido, y se lamentaba que nunca se hubieran encontrado en la Ciudad del Mar a pesar de haber trabajado casi en la misma calle durante mucho tiempo. Nunca jamás se habían topado el uno con el otro, a lo mejor si, pero igual no. Pablito había calificado esto como “un desencuentro necesario”. Sus cartas cada vez eran más sueltas, le había dicho, “escribirme contigo, Pablito, es como recibir un rayo energizante”. El le reciprocaba “lo que me gusta me hace sentirme bien, y escribirme contigo me gusta mucho”. Y de vuelta entonces, “Pablito, te estas haciendo imprescindible como lo fuiste de niño para mi, ¿qué misterio es este?". Hablaban de mil cosas, de los hijos, del “ american way of live”, qué tanto le fascinaba a él, aunque lo negara rotundamente, advertía ella en silencio.
El envío de textos, bocetos y ensayos escritos y publicado en prestigiosas revistas y editoriales extranjeras, también los unía y Sara leía con verdadera devoción y le comentaba fervorosamente sus opiniones , convencida que su querido primer amigo era el hombre más inteligente y creativo que había conocido.
Le dio gracia que le escribiera el mensaje anterior con un inglés de medio pelo, pero claro, no podía ser de otra forma, Pablito había aprendido ese idioma de manera autodidacta, era lógico por tanto que tuviera faltas de congruencia y alguna que otra expresión transliterada del español, que en inglés no hacia sentido. En el último mensaje le anunciaba fotos y un “ But be careful, they are dangerous photos.”. Por eso hoy más que nunca se había sentado expectante frente a la PC segura de recibir alguna graciosa ocurrencia de su querido Pablito. Si, desde niño era muy maldito.
Aun se acordaba del día que le había metido una araña de juguete en su mochila. Fue gracioso pues cuando ella comenzó a chillar y a gritar asustada ante el bicho, él con un acto supremo de valentía le había arrebatado la maleta, agarrado la espectacular araña por una pata y la había lanzado con fuerza por la ventana. Solo al cabo de los días Pablito le contó que la araña era de plástico y que todo no era más que una travesura para que ella lo viera como todo un hombre. Pablito desde niño hablaba así. Y ahora que sorpresa le destinaba este correo que ya tenía ante sus ojos. La presillita adornando el extremo izquierdo del mensaje, afirmaba que venían fotos, y un texto corto y escueto le avisaba nuevamente:
Sarita, cuidado, peligro, carga explosiva. Araña cuelga de un hilo.
Sonrío confiada. Pablito seguía siendo el mismo de siempre.
Abrió la primera foto, y ¡Oh Dios! Qué era aquello, un miembro masculino, a todo color, erguido viril y con una vena azul, abultada surcándole un costado como indicio del buen estado de salud del aparato circulatorio de su dueño. La foto más parecía un anuncio de condones que otra cosa. Los ojos se le salieron de las órbitas y no de disfrute precisamente. No le hacia gracia lo que estaba viendo, no era una moralista, pero tampoco era una desparpajada. No daba crédito a lo que veía, y siguió bajando con el mouse. ¡Pero! y ahora ... ¿qué es esto?, otra foto parecida, aun más en close up. Esta vez con una florecita roja insertada de alguna manera en el abundante prepucio. Sarita estaba horrorizada, nunca le había sucedido algo semejante, ni le gustaba la pornografía, ni el relajo sin orden y su superyo le comenzaba a susurrar con voz enérgica que había algo de falta de respeto en lo que sus ojos estaban calibrando y su mente tratando de explicar.
Ya con la sensación de que había que llegar hasta el final, bajó más aun con el mouse y se encontró la última foto esta vez era un hombre, ¿Pablito? completamente encueros , la cara cubierta completamente con un pañuelo rojo y un sombrero alón, con una mano se agarraba el “susodicho”, y con la otra saludaba militarmente como significando “ aquí en máxima alerta y completa disposición combativa, cuando sea, donde sea y para lo que sea”.
¡Ay no!, esto era “too much” para Sara. Se levantó como un resorte y comenzó a dar paseitos cortos, por suerte todos dormían, estaba sola en el cuarto-oficina. ¿Qué debia hacer?, ¿Responderle a Pablito que había ido demasiado lejos?, ¿hacerse la intelectual también y contestarle algún disparate, subiéndole la parada?, ¿darle cordel diciéndole que si tenia interés en ser un porno star ella podía ayudarlo?, ¿decirle que ese alarde a santo de qué ? A decir verdad no sabia que rayos hacer. No se sentía cómoda y ni idea de cómo salir decorosamente de la situación. Por primera vez pensó que quizás se había equivocado y Pablito ya no era aquel niño puro y amoroso con quien jugaba, sino un cuarentón libidinoso y alardoso. ¿Será eso?, ¿Dios, estaré en presencia de un safio, un sátiro, un tipo sin escrúpulos?
No sabia que hacer, pero tampoco se podía ir a dormir así, no podría pegar un ojo en toda la noche. Su natural predisposición a buscarle una explicación a todo, y la labor paciente de Hernán de ponerla siempre a pensar que era culpable de algo, comenzaron a atormentarla… ¿Y si te equivocaste?, ¿y si Hernán tiene razón y no debes escribirte más con Pablito?, ¿qué puedo haber hecho yo para merecer este chiste de tan mal gusto?
Algo debía hacer, al menos para cerrar, aunque fuera por el momento este desagradable capítulo. Y fue cuando se le ocurrió escribirle un escueto mensaje a Pablito, así:
Pablito !Que pena!, me parece que te has equivocado de medio a medio conmigo. ¿por qué me has mandado estas fotos?, ¿ qué oscuro genero de chiste es este que no atino a comprender?. Si te crees que la pornografía me llama la atención, no se como pudiste llegar a semejante conclusión. Si tienes complejo de exhibicionista, te recomiendo que visites un terapeuta. Si piensas que así me impresionas, pues no me conoces. Pero de cualquier forma has llegado demasiado lejos. Creo que con el dolor de mi alma tengo que decirte que si eres así, no me interesa para nada seguirme escribiendo contigo.
Sarita.
Nota: Mira, mejor pienso, además que esas fotos no son tuyas.
Envió el mensaje casi sin revisarlo, así, para que lo que él recibiera fuera lo salido de su alma. Y sintió una vez más la sensación de que en su vida estaba condenada a no confiar y a no ilusionarse con nada ni con nadie. Y ese sentimiento de pérdida, de vacío, la colocó en un triste estado. Comenzó a llorar, todo se le agolpaba… pero por Dios… qué me pasa que toda mi vida se me convierte en sal y agua.
Hernán, abrió la puerta de la oficina y se la encontró llorando:
- Pero Sara, … ¿qué te pasa ahora?, ¿y este llantén a qué viene?, dale ve a dormir ya. Es la una de la mañana.
La tomó por un brazo y la llevó hasta la cama.
- A ver Sara, ¿me vas a decir que coño te pasa ahora?
- Nada Hernán, recibí la noticia que la abuela de mi amiga Casandra está enferma y me dio tristeza. Solo eso.
- Ven acá chica, ese vicio de ser la Madre Teresa de Calcuta ¿nunca vas a dejarlo?, pero hay que ver que te gusta atormentarte mujer…. Eres un desastre. Sara, mira dale y duérmete ya que sino mañana vas a estar hecha una mierda … (continuará)
9 comentarios:
Caray con Pablito.
Jajajaja!!! No se por qué los antihéroes siempre son los mejores, los más divertidos y gozadores; y las heroínas recatadas tan insípidas. Me encata Pablito!!!! Es un natural!!! Quiero un retrato suyo para colgármelo de la puerta [:o) ]
Oye, Medeíña, si las bacanas después que él les manda mensajes tan di(e)rectos todavía caen, tú me disculpas, pero el tipo queda hasta cierto punto reivindicado con el aquello de "yo te lo advertí"
Nada, gozando y dándole a los pedales
un saludo
Mede, me encantó el detalle de la flor, si al final Pablito va a resultar todo un gentelman. Jajaja.
Mede, me he quedado esperando por la respuesta de Pablito, cuando iba por la mitad bajé a chequear como terminaba el capítulo. ¡Estas metiendo pescao con el suspense!
Ahora el tipo está si obligado a carabina. Yo creo que ni la florecita, ni el retrato hablado, ni el medico chino le salvan. Ahora mismo el ‘social’ camina por un hilito y tiene que meter una talla a lo Eduardo III para salvar la honrilla, veremos si Sara la asimila.
Lo bueno del caso es, que ante los ojos de Sara, Pablito se parece a la fantasía de la vida, mientras que Hernán es la viva representación del tedio. En fin, que el hombre aun tiene chance.
Abrazos. T
Mede, acabo de publicarte lo de la ética de la seducción en el blog de Literarte.
Un besito.
La gente tiene una predisposicion peculiar para lo morboso. No hay nada malo con enviar fotos de un miembro enhiesto. Puede ser hasta artistico. Pero el contexto me parece desatinado y propio de un psicopata, que pasa por intelectualoide, repite lo ultimo que ha leido, tiene una memoria prodigiosa y una percepcion adulterada (exhacerbada) de su capacidad erotica. Se cree el gran machodelapingaenristre. Al principio crei que solo era bordeline. Y la Sara... no puedo creer que vaya a caer en eso, por frustacion y desamor.
Bueno a lo mejor es que Pablito se equivocó y las fotos no eran para ella. ¡Digo yo! Que a cualquiera se le va un borrón.
Como uno en mi oficina abrió el messenger y escribió: ¿Viste qué clase de culo tiene la nueva jefa...? Y envió... ¡Precisamente a la jefa!
Medea, ahora con mi ausencia de mas de una semana de la blogosfera me he perdido una pila de capitulos...ya entrare con calma para leerlos....
besos,
Lena
jaja, Yoyo, a mi me paso algo parecido, pero sin la componente sensual. Pero igual en cuanto a metedura de pata.
Westchester, no se como catalogar a Pablito, pero si, siente veneracion por su "tareco" al punto que si no se la mete el mismo es porque no le llega hasta atras. OOppss! ya lo dije..
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